Una píldora de desahogo de un ciudadano corriente y moliente ante la desidia y el despilfarro institucional

30 enero 2006

Políticos

29-1-2006
Diario El Correo
Edición Vizcaya
Cartas al Director
Políticos
Rafael Hidalgo Segurola/Durango-Vizcaya
Una casa que no se derriba (qué valor el del ex lehendakari y el de la alcaldesa), instituciones que no hacen que se cumplan sentencias (cuando se trata de personas de su partido o afines a ellos), jefes que no saben a qué se dedican sus subordinados, semáforos que se colocan en una semana después de pensárselo durante años, 8 millones dilapidados sin que ningún grupo del Ayuntamiento asuma responsabilidad alguna, responsables de alto nivel que cuando acatan una sentencia parece que hacen un favor al magistrado, una autopista que en su tramo Bilbao-Durango es una pura obra que limita la velocidad a 80 en buena parte de su recorrido aunque el peaje se cobra íntegro, infrautilización de los túneles de Artxanda y la culpa (cómo no) la tiene el concesionario que realizó los cálculos de viabilidad... Pienso de verdad que no nos merecemos estos políticos. ¿Hasta cuándo la sociedad civil aguantará a este atajo de individuos que atiende de manera primordial a intereses personales y partidistas, cada vez con más desfachatez y frecuencia, negando la evidencia y prescindiendo de la ética con una facilidad sólo alcanzable a través de un largo entrenamiento? Hemos progresado de manera impresionante en aspectos como el tecnológico, pero en el que nos ocupa estamos al mismo nivel que en los tiempos del Imperio Romano, en nepotismo, partidismo, ineficacia, intrigas, afán de poder. Cuántas veces se hace referencia a la frase de Churchill, «la democracia es el menos malo de los sistemas políticos conocidos». No parece que tenga solución. A lo mejor habría que seguir la línea de Saramago y no votar. Yo desde luego no pienso volver a hacerlo. Si cundiera el ejemplo, averiguaríamos por dónde se rompe el invento.

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