Una píldora de desahogo de un ciudadano corriente y moliente ante la desidia y el despilfarro institucional

16 julio 2016

En mi pueblo

Preguntas si está abierta la piscina y te dicen que sí. Pero se refieren al bar de la piscina y no a un gran vaso lleno de agua donde se puede nadar y chapotear.

Aparece un contenedor amarillo quemado y preguntas por qué no se ha sustituido por uno nuevo. Te contestan que ”los vecinos dicen que quita sitio para aparcar a los coches”.

Hay calles con placas de personajes franquistas. De hecho hay una plaza llamada de España oficialmente. Pero la placa de Francisco Franco que debía ser reemplazada sigue allí.

Hay calles que no se arreglan porque el grupo del partido popular llevará a los tribunales al grupo socialista si pretende hacerlo porque dice que ”no se puede gastar dinero público en arreglar una calle privada”.
A pesar de que hay calles (y esta es una de ellas) que se hicieron en su día gobernando tanto un partido como otro y concedieron las licencias de obra correspondientes.
A pesar de que en el catastro consta como pública.
A pesar de que la calle no tiene ningún cerramiento y es de libre acceso.
A pesar de que está cerca de un colegio público.

Hay una calle con más de 11 años y sigue sin placa.

Hay un domicilio que tiene 3 números: el del catastro, el del Ayuntamiento y el de la productora, distribuidora y comercializadora de electricidad (que es la misma compañía).

Por aquí pasó Inge Morath pero el espíritu de Luis García-Berlanga Martí se pasea todos los días.

El pueblo donde vivo es como el lugar donde tú vives. Hay de todo y para todos.